"Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino. Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido"



Viktor Frankl,

Superviviente de los campos de concentración nazis y creador de la Logoterapia









viernes, 30 de mayo de 2014

la profecía autocumplida


 En 1964, inspirado en el mito de Pigmalión, Robert Rosenthal (un profesor de psicología social de la Universidad de Harvard) inició un famoso experimento educativo.

Primero, aplicó una prueba de inteligencia a un grupo de escolares. Acto seguido, dividió al grupo en dos clases, al azar. A la profesora del primer grupo le dijo que tenía a cargo a estudiantes normales; a la del segundo grupo le señaló que sus estudiantes eran chicos “situados por encima del promedio, de los que se podía esperar progresos notables”. Claro está, la diferencia entre los dos grupos era pura ficción.
Al final del año, Rosenthal volvió a aplicar la prueba a todos los estudiantes. El resultado fue que los chicos del grupo experimental (los falsamente descritos como superdotados ante sus profesores) habían mejorado mucho más que el grupo de comparación.
Así las cosas, aunque los dos grupos eran igualmente competentes, las expectativas de sus profesores eran muy distintas.
La predicción de Rosenthal probó ser correcta: al darles información de que ciertos estudiantes eran más inteligentes que otros, sus profesores se comportaban inconscientemente de manera que el éxito de estos estudiantes se viera facilitado.



No por conocida deja de sorprender la historia. Parece mentira que la expectativa de los profesores pueda influir de tal manera en las calificaciones de los alumnos, pero así es, mis queridos amigos, confirmado lo acertado del título del blog, ya que parece demostrar que todo puede ser diferente según nuestras propias expectativas. Y como ya he explicado en alguna ocasión, dos son los motivos.
Por un lado, la expectativa de los profesores condiciona su atención, y por tanto, la recogida de información por parte de los mismos; y por otro, la misma expectativa condiciona su  comportamiento, y éste a su vez, el comportamiento de los que los rodean.

En concreto, en la historia que nos ocupa, la investigación demostró lo siguiente:

 En colaboración con Lenore Jacobson, directora de la escuela, Rosenthal descubrió lo siguiente: los profesores que creían que un alumno era bueno, le sonreían con más frecuencia, lo miraban más tiempo a los ojos, le daban más retroalimentación (sin importar si sus respuestas eran correctas o incorrectas) y sus reacciones de elogio eran más claras.

Es decir, el alumno se sentíría más apreciado y aceptado por las sonrisas de los profesores y sus miradas, la paciencia de éstos hacia los errores de los alumnos seguramente se vería aumentada y dichos errores se verían como normales en un proceso de aprendizaje sin que supusiera recriminación alguna. Además, con el convencimiento de que  los resultados del aprendizaje serían satisfactorios, los profesores no escatimarían esfuerzos en explicar las lecciones y las prepararían con minuciosidad. Los niños se mostrarían además más motivados, ya que los profesores tendían a ver los positivo de sus acciones, dándoles  calurosos reconocimientos.


¿Y por qué me apetecía hoy contar esta historia? Pues porque con esta disertación vuelvo a conectar con la anterior entrada, aún reciente, sirviéndome para resaltar lo peligroso de poner etiquetas a los demás, ya sean nuestros hijos u otros adultos como cónyuges o compañeros de trabajo. Si estas son negativas pueden producir efectos nefastos entre los que nos rodean y en nuestras relaciones (sobre todo nuestros hijos, ya que los efectos será mas permanentes), mientras que si generamos expectativas positivas es muy probable que los demás hagan un esfuerzo por cumplir dichas expectativas y recibir reconocimiento. Como decía Dale Carnegei en su fantástico libro "Como ganar amigos", dele a los demás una buena reputación a la que hacer honor, y después elogie el más pequeño progreso y, además, cada progreso. Sea caluroso en su aprobación y generosos en sus elogios.

Ya lo sé, fácil no es. Y es que nos guste o no, tendemos a ser muy rígidos con nuestros mapas aunque la realidad se empeñe en contradecirlos, pero si no somos flexibles con lo mismos, adaptando y actualizando creencias, lo más probable es que esos mapas no nos sirvan y nos lleven lejos de nuestro destino, y además, no habrá ser humano que pueda ayudarnos. Y si no me creéis, preguntádselo al protagonista de la siguiente historia..


Un hombre firmemente convencido de que está muerto, decide, presionado por su familia, 
acudir al psiquiatra. 
PSIQUIATRA: Bien, dígame usted que le pasa. 
MUERTO: La verdad es que a mí no me pasa nada, simplemente mi familia no se cree que yo 
esté muerto, y han insistido en que venga a verle. 
PSIQUIATRA: ¿Y usted está completamente seguro de que está muerto? 
MUERTO: Pues claro, si lo sabré yo... 
PSIQUIATRA: Bueno, en ese caso, dígame usted si cree que los muertos pueden sangrar. 
MUERTO: ¿Sangrar? Por supuesto que no. 
 El psiquiatra le pide entonces al sujeto que se suba la manga de la camisa y extienda el brazo 
sobre la mesa de consulta. Sin previo aviso le pincha con una aguja, y como consecuencia de 
ello una gota de sangre fluye sobre el brazo del paciente. 
 Satisfecho de su ingeniosa idea, el psiquiatra aguarda la respuesta deseada. 
PSIQUIATRA: Bien, ¿y ahora, que me dice usted...? 
MUERTO: Pues que yo estaba equivocado...es evidente que los muertos...¡ sí pueden sangrar!

Un abrazo 

4 comentarios:

  1. Muy buena entrada Jorge, me he encontrado con una sonrisa mientras lo leía. Un abrazo

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  2. Ya sabes que todo entra mejor con un poco de humor. Como decían en "Fish", "podemos ser serios ...sin estar serios"

    Gracias por el comentario.

    Un abrazo

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  3. Hola:

    A mí también me has conseguido sacar mi sonrisa del día.
    La verdad es que el ser humano es autoinfluyente y no sabe controlar sus sentimientos y emociones de forma que actúe en un punto intermedio y racional a éstas.
    La inteligencia emocional es fascinante y puede conseguir un punto de nuestra vida, completamente distinto al que llevamos.

    Un saludo...te seguiré leyendo.
    www.elexitoenvida.com

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    1. Muchas gracias por tus comentarios. Serán siempre bien recibidos.

      Un abrazo

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