"Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino. Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido"



Viktor Frankl,

Superviviente de los campos de concentración nazis y creador de la Logoterapia









sábado, 10 de noviembre de 2012

Quizá mi vecino tenga un martillo ...


Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta el martillo. "Quizá mi vecino tenga uno", piensa. Así pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda. "¿Qué, y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada.; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada una herramienta, yo se lo dejaría encantado. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. "

Así que nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir "buenos días", nuestro hombre le grita furioso....

 "!Quédese usted con su maldito martillo, so penco!"


Decía Paul Watzlawick en su genial e irónico libro "El arte de amargarse la vida", que algo tan importante y complejo como es el vivir amargado no puede dejarse al libre albedrío de las personas sino que es necesario  desarrollar una refinada técnica y una práctica continuada. Así, de un modo irónico y divertido, nos relata todos aquellos mecanismos que utilizamos los seres humanos para vivir nuestra vida agónicamente, ya sea con enfados desproporcionados, depresiones, baja autoestima, preocupaciones, o miedos exagerados.

Y es que algunos somos tan refinados en alimentar nuestro sufrimiento que a veces parece imposible que dichos mecanismos no sean fruto de una actividad consciente y ardua práctica. Y es cierto en lo de la práctica, porque todos los mecanismos que utilizamos son patrones que llevamos mucho tiempo utilizando, desde nuestra infancia, aunque sí es cierto que todo esto queda bajo el manto de nuestra inconsciencia.

De manera inconsciente hemos ido configurando una determinada identidad, con nuestros valores y creencias sobre la vida, con una valoración positiva o negativa sobre nosotros mismos y una serie de estrategias vitales relacionadas con nuestra supervivencia afectiva.

¿Y cómo sucede esto? ¿cómo llega uno a elaborar estas maquiavélicas estrategias que no hacen sino perjudicarle? Pues espero explicarlo fácilmente. Dos aspectos son los claves en dicho proceso; uno, a qué  hechos aprendemos a  prestar atención, y dos, qué significado le damos a todo ello.

En cuanto al primero, hace poco discutía en un seminario si hay una única realidad o por el contrario, hay tantas realidades como personas que la contemplan. En efecto, para mí sí existe una única realidad, pero es sin duda infinita e inabarcable, y nosotros apenas podemos fijarnos en pequeños trozos de ella y siempre desde un ángulo muy concreto. Además, como bien sabéis, tan sólo algunos de esos trozos  tomarán relevancia para nosotros.

En cuanto al segundo, el problema tiene que ver con lo que en PNL se llaman las "equivalencias complejas". ¿Y qué es eso? pues muy sencillo, que en función de nuestro "mapa personal" tendemos a añadir una carga de juicio y significado totalmente subjetivo a lo que es un hecho objetivo, convirtiéndolos en equivalentes; por ejemplo, cuando alguien decide que si su pareja se ha olvidado de su aniversario, eso "significa" que ya no la quiere, o si su jefe le corrige, decide que eso "significa" que le van a  despedir. Es decir, hechos a priori inofensivos se identifican con catástrofes de índole inimaginable que a buen seguro se encargarán de amargarnos la vida; vamos, lo que comúnmente se llama "hacer una montaña de un granito de arena".

Y esto lo hacemos continuamente (por suerte, no siempre con estos tintes tan negativos) y se produce por esa simplificación que hacemos de la realidad para poder desenvolvernos en ella. Como sabréis ya a estas alturas, utilizamos nuestro aprendizaje y nuestra memoria para dar significado a todo lo que nos pasa y, como tenemos querencia por movernos en lo conocido, tendemos a subjetivar nuestra realidad para adecuarla a nuestras creencias previas, aunque esto signifique llegar a conclusiones tales como las anteriores, que sólo nos producen amargura y sufrimiento. Así, alguien que se siente poco querido conseguirá, sin dificultad, encontrar nuevos hechos que confirmen sin lugar a dudas tal creencia, reforzándola todavía más, como es el caso de las personas celosas. También es el caso de aquellas personas que no se valoran de forma suficiente, personas que encuentran con pasmosa facilidad numerosos hechos que confirman su poca valía, con lo  que ya pueden justificar ese estado de depresión que les es tan familiar.

¿ Y por qué tantas veces nos empeñamos en dirigir nuestra atención a aquellos hechos que no nos traen sino  amargura, llenándolos  además, de tal carga de subjetividad negativa? Pues también tengo respuesta para esa pregunta, pero como en las buenas series de televisión, prefiero dejarla para la próxima entrada. Mientras tanto, quedaré contento si ya os habéis dado cuenta de que lo que encontramos suele ser precisamente  ......   aquello  que buscamos.

Una noche un anciano "Cherokee" conversaba con su nieto sobre los panoramas que cada humano se enfrenta cada día. Le decía este: "Mi hijo, nuestra vida es como la  batalla  entre dos lobos. Uno es del diablo, que produce ira, envidia, celos, tristezas, lamentos, remordimientos, arrogancia, pena de si mismo, culpabilidad, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo falso, superioridad y el ego. El otro es bueno, que aporta gozo, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, amabilidad, benevolencia, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe" Luego de haber escuchado atentamente las palabras de su amado abuelo, el nieto le preguntó: "Abuelo, ¿y cuál de los dos lobos es el que gana? El viejo Roble "Cherokee" lo miró con amor mientras le contestaba:


"Hijo,  a buen seguro será ............ el que tú alimentes más"

Un abrazo

Para seguir profundizando:

"El arte de amargarse la vida". Paul Watzlawick. Ed. Herder
"La inutilidad del sufrimiento". María Jesús Álava Reyes. Ed.  La esfera de los libros

viernes, 18 de mayo de 2012

Me temo que el fuego de vuestros insultos... se ha apagado al llegar a mi corazón

Cuentan que un día El Buda pasaba por un pueblo y alguna gente salió a insultarle. Le lanzaron todo tipo de insultos y todas las palabras malsonantes que conocían. Buda, sin embargo, se quedó allí parado, escuchó en silencio con mucha atención, y después dijo: 

-Gracias por acudir a mí, pero tengo prisa. Tengo que llegar al próxima pueblo, donde me están esperando. Hoy no puedo dedicaros más tiempo, pero mañana, cuando pase de regreso, podré detenerme con calma. Podéis reuniros de nuevo, y si queda algo que queráis decir y no hayáis podido decir hoy, me lo podréis decir mañana.
La gente no daba crédito; después de todos aquellos insultos, el Buda ni se había inmutado. Uno de ellos le preguntó:
-¿Pero es que acaso no nos has oído? ¿Es que no vas a responder a nuestros insultos?


- Os pido disculpas nuevamente, pero si lo que queríais era que respondiera, me temo que habéis llegado  tarde. Hace diez años hubiera respondido, sin duda, de la forma que esperabais, pero ahora ya no. Ya no soy un esclavo. Actúo por mi cuenta y no por cuenta de ningún otro. Vosotros queríais insultarme y realmente lo habéis hecho muy bien; podéis sentiros satisfechos. Pero por lo que a mi respecta, no he recibido vuestros insultos y no han significado nada para mí. Han sido como una antorcha encendida que cae en un río. Durante el momento que está en el aire sigue encendida, pero en cuanto llega al agua, el fuego se apaga. 

Y concluyó:

-Me temo que el fuego de vuestros insultos ..... se ha apagado al llegar a mi corazón.


Recuerdo lo estupenda que me pareció, cuando la leí por primera vez, la siguiente cita: "mientras fui joven, pasé muchos años preocupado por lo que los demás pensaban de mí; más tarde, con el paso del tiempo, dejó de importarme lo que esas personas pensaran; y ahora, ya en mi vejez, me doy cuenta de que todas esas personas, apenas perdieron su tiempo pensando en mí."

 Así es, es muy posible que todos nosotros descubramos algún día que no somos tan importantes para los demás como creíamos y que  éstos no están tan pendientes de nosotros, aunque ciertamente haya veces que seamos objeto de críticas, insultos o comentarios malintencionados. Sin embargo, esto no tiene realmente importancia. Lo que realmente importa es el significado que nosotros queramos darle a esas palabras.

Y es que cuando  lo que fluye por el río no es agua, sino líquido inflamable, el fuego se enciende, ya no con una antorcha, sino con una simple chispa. ¿Y a que me refiero con lo del líquido inflamable? Pues bien, se le puede llamar de muchas formas, baja autoestima, autoconcepto negativo, poca seguridad interior, etc, y básicamente lo que significa es que no nos queremos y aceptamos lo suficiente. Y cuando esto ocurre, buscamos ese cariño y esa aceptación, que debería nacer en nuestro propio interior, en la aprobación de los demás, dejándonos muy vulnerables a los comentarios negativos de las otras personas.

De esta forma, al sentirnos tan vulnerables, nos entra el miedo, y cuando uno tiene miedo lo que hace es activar el sistema de alarma, es decir, toda nuestra atención está dirigida a identificar las amenazas y desactivarlas. Pero como bien sabéis, nuestra atención es muy selectiva, y el significado que le da a lo que capta tiene mucho que ver con aquello que espera encontrar; así que ahí la tenemos, buscando peligros, y por tanto, ¡encontrándolos!

Así que cuando algo del exterior nos molesta, nos duele o enfada, algo tiene que ver con nuestras propias necesidades no cubiertas y con las heridas del pasado. Precisamente, el de la herida es un buen símil para definir lo que ocurre. Si golpeamos ligeramente una parte del cuerpo herida, el dolor será intenso, pero si golpeamos de la misma forma una parte sana, notaremos el golpe, pero no será dolor lo que sintamos. Así nos pasa cuando los demás se burlan de nosotros o nos critican, o hacen comentarios maliciosos a nuestras espaldas. Cuando nuestra seguridad interior está intacta y los verdaderos jueces de nuestro valor somos nosotros mismos, las ofensas de los demás serán como antorchas que se apagan en el agua; pero si nuestro interior está herido, ávido de reconocimiento o cariño externo, entonces las antorchas de los insultos quemarán como hierro incandescente sobre la piel.

Y cuando esto ocurre, algunas personas deciden utilizar entonces la estrategia de  “ponerse la coraza”, “mantenerse a distancia” o “hacerse más duro”(es decir, insensible). Pero esto es un grave error, ya que la "coraza" nos impide movernos con naturalidad y con espontaneidad; "hacernos más duros" nos hace menos flexibles ante el mundo y las personas y el "mantenerse a distancia" nos impide acercarnos a los demás. Así que a todas estas personas les digo (como he tenido que decirme a mí mismo muchas veces) que la estrategia correcta no es ninguna de esas, que lo que hay que hacer, siguiendo con la parábola del principio, es llenar nuestro corazón de nuestra propia aceptación y  del reconocimiento de que somos valiosos por el simple hecho de ser quienes somos. Y esta será el agua que llene el río y que apagará cualquier antorcha, cualquiera que sea su tamaño, ya que en el agua nunca arderá el fuego.

Es entonces cuando nos daremos cuenta de que las supuestas amenazas que había en el exterior no son tales. Como en el caso de Buda, nos podrán insultar, criticar, y maldecir, pero no reaccionaremos; simplemente lo tomaremos como una señal para revisar lo que hacemos y lo que somos, y nosotros, solamente nosotros, juzgaremos si consideramos conveniente cambiar o quedarnos inalterables. Y como los demás no nos amenazan ni son un peligro para nosotros, tampoco les guardaremos ningún rencor ni perderemos más tiempo del necesario en pensar en ellos. En todo caso, compadeceremos a los más maliciosos, que seguramente están desperdiciando su tiempo y su vida en “ser más duros”, “poniéndose corazas” y  "manteniéndose a distancia". 

Así que amigos, haced como el Buda, seguid vuestro camino tranquilamente hacia cualquiera que sea vuestro destino, pero no perdáis tiempo en defenderos de supuestos insultos que no tendrán más significado   ya para vosotros  que el murmullo del agua o el silbido del viento.

Y  por si os hubierais mantenido insensibles ante mis reflexiones, os regalo esta cita de la Madre Teresa de Calcuta, ante la que, seguro, no quedaréis indiferentes.


Un abrazo

La gente suele ser poco razonable, ilógica y egocéntrica,
perdónala de todos modos.
Si eres amable, la gente puede acusarte de abrigar motivos ocultos y egoístas;
sé amable de todos modos.
Si tienes éxito vendrán a ti falsos amigos y amigos buenos;
ten éxito de todos modos.
Si eres honrado y sincero, puede que algunos te engañen;
de todos modos, sé honrado y sincero.
Lo que dedicas muchos años a construir lo puede destruir alguien de un día para otro;
construye de todos modos.
Si hallas la serenidad y la felicidad, siempre habrá quien te tenga envidia; 
sé feliz de todos modos.
El bien que haces hoy, la gente puede olvidarlo mañana;
 haz el bien de todos modos.
De todos modos, da al mundo lo mejor de ti mismo.

Y es que a fin de cuentas, todo esto es entre tú y  Dios;
 en el fondo, nunca ha sido entre tú y ellos

MADRE TERESA DE CALCUTA


Para profundizar:




sábado, 31 de marzo de 2012

"Y lo peor, es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo."

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos,y lo que más me gustaba de ellos eran los animales.Me llamaba especialmente la atención el elefante que,como más tarde supe, era también el animal preferido de otros niños. Durante la función, la enorme bestía hacía gala de un tamaño, un peso y una fuerza descomunales...Pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas.

Sin embargo,la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo.Y aunque la madera era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza,podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

El misterio sigue pareciéndome evidente.

¿Qué lo sujetaba entonces....?

Durante muchos años me he hecho esta pregunta pero nunca fui capaz de encontrar una respuesta satisfactoria, hasta que hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí,alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:


"El elefante del circo no escapa porque había estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño, tanto que todavía no tenia fuerza para arrancar la estaca. Así que el pequeño elefantito intentó sin éxito escapar de su cautiverio un sin fin de veces, hasta que aprendió, equivocadamente, que era imposible arrancar aquella estaca. Así que ......



¡ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa,porque,pobre,cree que no puede!


Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo."



Recuerdo ya hace tiempo haber leído  una metáfora que utilizaba Stephen Covey para hablar de la fuerza de los hábitos y la dificultad para romperlos y cambiarlos. En ella, Covey hablaba de un cohete espacial que para vencer la fuerza de la  gravedad y salir fuera de la atmósfera terrestre tenía que consumir una tremenda cantidad de energía, hasta que  al fin alcanzaba el espacio.
Estas dos  metáforas son muy útiles y complementarias  para explicar el revés de la moneda del poder de la visión de nuestra “leyenda personal”. Ciertamente, el  universo entero conspira muchas veces para que la consigamos; sin embargo, nosotros mismos a veces ponemos todo nuestro empeño en que no sea así. Y me explico; decía en la última entrada que unas veces el poder de la visión” funcionaba realmente, y eso era gracias a la motivación que despertaba dentro de nosotros y de la activación de nuestro sistema de alarma que nos hacía más sensible a las señales que el universo nos mandaba, pero ya en esa entrada advertía que no siempre era así, y hoy lo voy a explicar. Para ello, permitidme que vuelva, otra vez, al pensamiento sistémico.

Todo sistema que se mantiene estable durante algún tiempo se da porque en él se manifiesta lo que se llama un estado atractor. Es decir, un estado al que tiende el sistema debido a una serie de fuerzas  y de  relaciones que se dan entre los distintos elementos del sistema. Por ejemplo en la metáfora del cohete, podemos observar como en el sistema “tierra” todos aquellos elementos con cierta masa corporal tienden a permanecer sobre la superficie de la misma debido a la fuerza de atracción que el centro de la tierra ejerce sobre ellos generando lo que llamamos gravedad. Así, aplicada una fuerza vertical ascendente sobre un objeto, éste subirá de inmediato, pero una vez agotada dicha fuerza, el objeto volverá a caer irremediablemente, salvo que el impulso sea  lo suficientemente fuerte como para traspasar la atmósfera (es decir, la zona de influencia del sistema) y liberarse así del estado atractor.

Pero no sólo eso, sino que un estado atractor puede funcionar muchas veces volviendo en contra dicho impulso mediante sistemas de compensación que aumentan la fuerza de dicho estado atractor a la vez que aumenta el impulso de evasión. Volviendo a la metáfora del elefantito, imaginaros que en vez de una cadena fuera una fuerte goma, que cuanto más se estira, más fuerza de atracción genera en el sentido contrario. La única esperanza es que la fuerza que trata de salir del sistema rompa la goma y se libera de dicho estado atractor, pero si no lo hace lo único que pasará es que el elefante volverá al mismo punto de partida, y además,  más agotado y con menos esperanzas para volver a intentarlo.

¿Y que tiene que ver esto con las personas y sus leyendas personales?. Pues como bien habréis adivinado, las personas se mueven en sistemas y son sistemas en sí mismas. Así que para cambiar y conseguir sus objetivos, las personas deberán averiguar si éstos van en contra de los sistemas en los que conviven y que fuerzas les han mantenido hasta ahora alejados de dichos objetivos. Si sus objetivos son coherentes con los sistemas, estupendo; la “visión”, la “proactividad” y la “correcta formulación de objetivos” serán estupendas herramientas par alcanzarlos. Pero si no es así, entonces  mejor harán en observar  y analizar cuales son las fuerzas que influyen en el sistema para poder desactivarlas.

Por tanto, cuando queremos alcanzar nuevos objetivos debemos tener en cuenta tanto estos factores, tanto  externos como internos, que pueden impedirnos tener el éxito deseado:


  • En cuanto a los externos, me gustaría señalar que formamos sistemas con nuestras parejas y familias, con nuestro entorno laboral, con nuestros vecinos...; y estamos influenciados por cosas tales como nuestra salud, nuestro nivel económico, etc. Un cambio de trabajo puede chocar con la falta de seguridad económica; nuevos hábitos de ocio pueden chocar con los gustos de nuestros amigos o nuestra pareja, la intención de hacer más deporte con la falta de tiempo, etc. Las relaciones que tenemos con otras personas pueden ser fuerzas muy limitantes, ya que tienen unas expectativas sobre nosotros que no quieren o no pueden cambiar, ya sea porque quieren mantener su estatus quo o no tienen la flexibilidad suficiente para hacerlo. Con las personas, además, se da con mucha fuerza los sistemas de compensación, es decir, cuanto más queremos cambiar, más presión pueden hacer las otras personas para que no sea así (hay que tener en cuenta que ven amenazada su estabilidad e inconscientemente ponen en marcha aquellas estrategias de presión y manipulación que estén a su alcance). Esto pasa mucho entre las parejas y entre los hijos que a una cierta edad quieren liberarse del rol dependiente de sus padres. Si la otra parte no tiene flexibilidad suficiente, se opondrá al cambio que le afecta de alguna manera y hará todo lo posible para impedirlo.

  • Por otro lado, están los propios factores internos. Como hemos visto en otras entradas, las personas tienen modelos mentales(sistemas) compuestos por creencias, valores, hábitos y un fuerte sentido de lo que son y de para que están en el mundo (aunque sea a nivel inconsciente). Pretender obtener objetivos que vayan en contra de las creencias y valores inconscientes de la persona es algo que está totalmente predestinado al fracaso si no se observan antes estas creencias y valores. De hecho, muchos coaches empiezan el proceso de coaching preguntando a su cliente cuanto creen que pueden conseguir su objetivo e  incluso cuanto creen que lo merecen y si no llegan por lo menos a un siete,  empiezan por trabajar con estas creencias limitantes.Sí, efectivamente, mucha gente se sorprende al darse cuenta de que desea algo pero que realmente no cree que pueda o merezca obtenerlo, porque, como le pasa al elefantito de nuestra historia, cuando son niños no paran de recibir mensajes limitantes tales como  que  la vida es dura,  que hay que conformarse con lo que uno le ha tocado, que otros tienen más suerte, que tienen que tener cuidado con lo que no conocen porque es peligroso o porque sus educadores no paraban de darles feedback negativo.
  • Así que los bienintencionados propósitos de cambio basados en la visualización, la proactividad y la fuerza de voluntad pueden volverse en contra de las personas que no analizan bien su entorno y las creencias que hasta el momento las han mantenido en una determinada posición; y no sólo eso, sino que como en el ejemplo de la goma, cuanto más lo intentan, más fuerza se genera en el sistema para hacerles permanecer donde están, lo que supone un desgaste enorme de energía y lo que es peor, todavía refuerza más sus creencias  internas de que no son capaces de conseguirlo. De hecho, en Análisis Transaccional se habla del impulsor “esfuérzate más” para definir a aquellas personas que siempre están intentando algo pero que nunca son capaces de conseguirlo. A nivel consciente estas personas quieren salir de ahí, pero a nivel inconsciente no creen en si mismos por lo que enseguida empiezan a fallarles la fuerza y la fe nada más empiezan los primeros obstáculos. Aún así, a nivel consciente siguen intentándolo porque sino se sentirían culpables.


  • Por tanto, recomiendo aquí que antes de empezar a formularnos objetivos ambiciosos revisemos la coherencia de los mismos con nuestros sistemas actuales y con nuestras creencias y valores. Tengamos en cuenta que hay unas fuerzas positivas (la motivación y la activación de nuestro SARA) que actúan como si estuviéramos pisando el acelerador de un coche, pero éste no se mueve porque están activadas unas fuerzas (internas y externas) que actúan como un freno de mano.
¿Y que pasaría en este caso sin consiguiéramos soltar el freno de mano.....?

 ¡Pues que saldríamos disparados!


Y por cierto, el cohete del ejemplo consume una enorme cantidad de energía para despegar y superar la fuerza de gravedad terrestre. Sin embargo, una vez superada, apenas gastará ya más energía. De hecho, el Apollo 11, la nave espacial que fue a la luna, gastó mucha más energía en los primeros minutos del despegue -en los primeros pocos kilómetros de viaje- de la que gastó en los cuatrocientos mil kilómetros más que recorrió el resto de los días....

Un abrazo a todos.

domingo, 19 de febrero de 2012

"...el universo entero conspira para que lo consigas"

"Cuando conoces  tu leyenda personal, el universo entero conspira para que lo consigas"


 "El Alquimista", de Paulo Coelho

El doctor Lair Ribeiro nos dice en el éxito no llega por casualidad: "En 1953, en un estudio realizado por la Universidad de Harvard, se entrevistó a todos los estudiantes de dicha universidad. Entre las diversas preguntas que se les hicieron, una trataba sobre sus metas en la vida: que querían conseguir en el futuro(...) Sólo un 3 por ciento de los alumnos escribió lo que pensaba hacer de su vida. Veinte años después se les entrevistó de nuevo a todos. Por sorprendente que parezca, aquel 3 por ciento de los alumnos que había establecido sus metas por escrito valía económicamente más que el 97 por ciento restante. Y no sólo eso, sino que estaban más sanos, alegres y satisfechos y tenían mejor disposición ante la vida que el resto de los ex alumnos entrevistados".

Hoy os traigo una de las citas más impactantes que recuerde sobre la importancia de tener una "visión" de lo que queremos conseguir en la vida. Recuerdo la primera vez que leí esa frase en la portada del libro de Paulo Coelho “El Alquimista”, como su fuerza y belleza me atrajo inmediatamente , y como leí prácticamente de un tirón ese libro  (poco después volví a leerlo, otra vez de un tirón). Y es que tal cita no deja a nadie indiferente, y te obliga a preguntarte, ¿será cierto?, ¿realmente funciona así?, y yo ¿conozco mi leyenda personal? Y por supuesto, ¿qué es eso de la leyenda personal?
No me costó mucho contestar a esta última pregunta, ya que hacía ya algún tiempo que sabía cual era mi leyenda personal y que la sentía, pero no estaba tan seguro de que el universo estuviera realmente de mi parte. Aunque alguna intuición tenía de que la frase era cierta, todavía no alcanzaba a comprender como funciona eso de que “el universo entero conspira para que lo consigas”, y como soy tan racional, eso me generaba mis dudas y mis temores sobre llevar a cabo dicha leyenda personal.

Pero vamos con calma, y vamos a ver que es eso de la “leyenda personal”. Tengo que reconocer que no fue extraño para mí ese término. En seguida lo identifiqué con otro con el que había conectado años antes en un libro de Stephen Covey, y que él llamaba “la voz”. Para Covey, la voz nacía de alguna cualidad personal en la confluían los siguientes aspectos; uno, es algo para lo cual tenemos cierto talento, segundo, nos apasiona ejercitarlo, y tercero, y muy importante, eso parecía servir para que alguien más se sintiera  bien, que provee de algún beneficio importante para los demás, que nos conecta de alguna forma con ellos. Vendría a ser lo que llamamos un “don”, y que de ser utilizado produce un beneficio a los demás.

Esta “voz” por tanto, es lo que puede llenar una vida de “sentido”, y no hace falta que sea algo extraordinario o propio de un santo. Un cantante disfruta mientras hace feliz a mucha gente que escucha su música, una peluquera que disfruta poniendo guapa a su clienta está haciendo que esta mujer se sienta mejor, o un quiropráctico le arregla la espalda a su paciente. Todos ellos disfrutan con lo que hacen, producen algo de felicidad, alivio o satisfacción a otra persona, y el beneficio que producen más su disfrute  y facilidad para hacerlo les lleva a sumergirse en su actividad, a seguir mejorando constantemente, y a encontrar una motivación extraordinaria. Y están dispuestos a realizar grandes esfuerzos y sacrificios para poder hacerlo, porque en realidad, para estas personas que conectan con su voz o “leyenda personal” el sacrificio es, en realidad, “no hacerlo”. Literalmente, no pueden no hacerlo.

Bien,  y una vez que está claro que es eso de la leyenda personal, la pregunta es ¿de verdad funciona así? Pues sí, (quizá con algún pero, que trataremos en la siguiente entrada) y para aquellos tan racionales como yo quizá pueda darles una buena explicación para que se entienda.

Una de las claves es entender que tenemos a nuestra disposición mucha más posibilidades e información de las que nunca seremos conscientes, casi infinitas (y en estos tiempos de internet y el mundo globalizado más todavía); lo que pasa es que no nos damos cuenta. 


¿Y porque digo esto?  La culpa es de nuestro SARA o Sistema  Activador Reticular Ascendente, la  parte de nuestro sistema nervioso que se encarga de decidir a que prestamos atención en cada momento. Tenemos que entender que nuestros sentidos captan muchos más datos e información de los que podemos manejar conscientemente, (pensad en un largo viaje en coche y os daréis cuenta de todo lo que habéis visto y no podéis recordar)  por eso se dedica a captar sólo aquello que le hemos dicho que es importante para nosotros y nada más. Así que este SARA nos hace un gran servicio proveyendo a nuestra mente consciente sólo de la cantidad de información más relevante que pueda manejar.

 ¿Y como le decimos a nuestro SARA lo que es importante para nosotros?, pues con nuestras emociones, aquello que nos da satisfacción, que nos entusiasma, que nos alegra, que nos hace felices, etc, pero también aquello que nos preocupa, nos amarga, nos duele, etc. De hecho, esto también funciona negativamente, si tenemos muchos miedos, encontraremos peligros por todos lados (esto da para una buena entrada también).


 Así que saber lo que queremos, desearlo, sentir la emoción de conseguirlo y tenerlo (es decir, la famosa visualización), todo eso hace que nuestro SARA empiece a dejar de lado la información poco relevante y a “captar activamente” todo aquello que nos pueda ayudar a conseguir nuestros objetivos. Y cuando esto se combina con la motivación de la voz o leyenda personal, entonces se produce un tandem imbatibe, ya que se unen el inconsciente captando activamente y el consciente buscando activamente. Recordad que la conexión con la emoción futura nos motiva y activa, y así nace la energía incontenible que nos impide estar parados mientras no consigamos nuestros objetivos. 


Y es entonces cuando buscamos libros, grupos, personas, mentores, y recursos en general que nos acerquen a nuestro objetivo. Y de repente entonces nos damos cuenta de un montón de cosas que antes nos pasaban desapercibidas aunque siempre estuvieron allí (no conozco a un padre primerizo que no se haya preguntado ¿de dónde salen tantos cochecitos de bebé?). 


Todas esas personas que nos pueden ayudar a conseguir nuestros objetivos o que comparten nuestras aficiones o deseos, todos, ya estaban ahí, pero ahora los buscamos de forma activa; y la gente que nos conoce nos habla de ella o nos la presenta, o una palabra que antes pasaba desapercibida ahora nos señala que esas personas puede ser afines e importantes para nosotros o para conseguir nuestros sueños. Y la gente que comparte gustos, aficiones e intereses están encantadas normalmente de ayudarse durante el viaje por un camino que comparten gustosamente.

Así que ¿qué diferencia a la gente que consigue lo que desea de aquellos que no lo consiguen? Pues básicamente que unos aprovechan todos los recursos que el “universo” les muestra, mientras otros no son capaces de atisbar siquiera una mínima parte de ellos, limitados por su visión y sus creencias. Como decimos, unos conectan con una visión futura, la viven y saborean la emoción que les proporciona; la activación en nuestro sistema de motivación se dispara y nuestra energía se orienta decididamente  hacia nuestros objetivos.
Sin embargo, otros no viven su visión como algo posible, no se lo creen, por lo que no son capaces de experimentarlo, sentirlo y permitir que la energía se dispare en la dirección adecuada. Después de todo, es fácil de comprender, ¿por qué se van a esforzar por algo que no creen posible alcanzar ? Así que estas personas simplemente tienen deseos, pero nunca los convierten en objetivos.
¿Y por qué les pasa esto a unas personas y a otras no? Pues la culpa es de nuestras creencias limitantes, que bien podía decir que son el leitmotiv de este blog; esas creencias, que de ser revocadas y sustituidas por otras más útiles, harían que todo, absolutamente todo, fuera  diferente.....

Me parece que por hoy ya está bien, así que me despido hasta la siguiente entrada, no sin antes dejaros otro ejemplo de la importancia de tener nuestros objetivos bien presentes...
 


En 1995 John Assaraf creó un tablón de visiones y lo colgó en la pared de su oficina principal. Cada vez que veía un bien amterial que quería o un viaje que deseaba hacer, buscaba una fotografá y la pegaba en el tablón. Así se veía disfrutando ya del objeto de su deseo.
En mayo de 2000 , unas semanas después de mudarse a su nueva y espectacular casa en el sur de California, su hijo Keenan fue a visitarlo al trabajo, entró en su despacho y se sentó sobre unas cajas que llevaban allí cuatro años. Cuando keenan le preguntó a su padre que eran aquellas cajas, John le respondió que allí guarda ba sus tablones de visiones.


Después de explicarle lo que eran, John empezó a abrir las cajas y a mostrarle a su hijo aquellos tablones llenos de fotos. Después de sacar los dos primeros, no pudo evitar emocionarse al llegar al tercero. En el tablón estaba la foto de una casa que le había enamorado hacía ya cinco años, y de la cual se había olvidado durante los cuatro últimos, al retirar ese tablón y sustituirlo por otro. Pero resulta que la casa de aquella foto no le era en absoluto extraña, sino que se trataba....... de la misma casa a la que se acaba de mudar hacía apenas unas semanas. 


Y no era un casa similar. Era la misma casa. ¡La misma cuya foto había recortado de la revista Dream Homes cuatro años antes...!


Para seguir profundizando:

El Octavo Hábito. Stephen Covey

El Alquimista. Paulo Coelho

La Brujula Interior. Alex Rovira.