"Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino. Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido"



Viktor Frankl,

Superviviente de los campos de concentración nazis y creador de la Logoterapia









sábado, 3 de septiembre de 2011

"Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa"

Una niñita de tres años se empeña en llevar un vaso de leche de la cocina a la salita. El padre, que teme que se le caiga, le advierte que no lo haga, pero aún así, y sin tiempo de impedírselo, la niña se lanza a cumplir con su propósito. 
Efectivamente, el padre tenía razón en sus temores, y la niña tropieza de forma que  el vaso acaba cayéndose de las manos de ésta y se rompe sobre la alfombra nueva y recién estrenada. La niña, que se ha llevado un buen golpe, llora asustada. ¿Qué siente el padre ante este hecho?, ¿cómo lo interpreta? y ¿qué hace con todo ello?.

Una respuesta empática, y a mi modo de ver apropiada, sería interpretarlo como un accidente involuntario fruto de las ganas de la niña de sentirse capaz y seguir madurando, con lo cual el padre acude a consolarla y luego razona con ella sobre lo apropiado o no de su conducta y aprovecha para convertirlo en una experiencia de aprendizaje. Luego, piensa sobre la mejor forma de limpiar y reparar la alfombra, proyecto en el cual, si puede, involucrará a la niña.

Una respuesta apropiada,desde luego, pero ......¿Será la habitual? 
Me temo que no.
La respuesta a la que estamos acostumbrados, y con la que nos educaron la mayoría de nuestros padres, sería la siguiente:


¿Pero que haces?, ¡serás torpe y desobediente!.¡Siempre haces igual!(todo esto mientras le grita colérico y le da dos buenos azotes o incluso dos bofetones). Con lo que costó la alfombra, y era nuevecita. ¡Ahora mismo a la habitación!, ¡y no hay juguetes en una semana!. ¡A ver si aprendes a obedecer así!
La niña, así reprendida, se va a la habitación llorando por que se ha hecho daño, porque su papá no la quiere y  porque se siente torpe. Y además, se siente tan culpable.......

Hace poco volvía a ver en un libro (Coaching y PNL, de Vincens Olivé) una idea que ya antes había escuchado de otras fuentes; que en España, a diferencia de los países anglosajones, el feed back negativo (o crítica constructiva) no era, en general, bien recibida. Y entonces me puse a pensar porque será que  en España no aceptamos bien esa crítica que se supone tan beneficiosa para nosotros ya que nos ayuda a mejorar y obtener mejores resultados (por lo menos, en la teoría). Y pensando y pensando llegué a mi propia conclusión; "la culpa es de la culpa", si me permitís el juego de palabras.

Y es que no hay que olvidar que en este país la educación ha estado dirigida durante más de cincuenta años por una forma de iglesia católica rancia y conservadora que ejercía de instrumento de manipulación y control al servicio de una férrea dictadura, y que la iglesia siempre ha utilizado con gran maestría el sentimiento de culpa para mantener el poder y el control sobre las personas . No hay más que pensar en el título de la entrada que sin duda todos reconoceréis como parte de una "muy conocida" oración que le enseñamos a los niños desde muy pequeños, o en la obsesiva referencia al infierno como castigo eterno para aquellos que no se arrepienten (es decir, los que no se sienten culpables cuando ellos querían). ¿y a santo de qué uno nace ya con un pecado original, y por tanto con una deuda que tiene que pagar para no ir a dicho infierno?
Así que creo que esta forma de educar, que viene de siglos atrás, y que tiene que ver con el control, la manipulación y el miedo al castigo, ha calado hondo en los países católicos y más en España donde la educación en todo ese tiempo fue marcadamente conservadora y estaba destinada a mantener el status quo reinante.

Fijaros en el ejemplo del principio, ¿Cómo  alguien que haya sido educado de la segunda forma, va a reconocer un error para poder mejorar, si lo que aprendió es que cuando cometía un error le pegaban, castigaban, le juzgaban severamente y, lo peor de todo en esos primeros años, parecía perder momentáneamente el amor de sus padres?. Cuando uno asocia desde pequeño tales consecuencias al  error, tiene que aprender distintas estrategias para escapar de las mismas, y así oímos esos "la culpa fue del otro", "sí, yo lo hice, pero es que no se pudo hacer de otra forma porque.....", o "sí, yo lo hice, pero tú también has hecho....".

Pero es que además, tendemos a reproducir las estrategias que nos son familiares y muchos de nosotros también juzgamos severamente para hacer "sentir mal" al otro y que así se comporte como es debido, (es decir, como nosotros queremos).

Pero vamos por partes, ¿cómo nace ese sentimiento de culpa?. En general, todas las emociones tienen una finalidad, en el caso de la culpa (que es un sentimiento incómodo y doloroso) es el de sentirnos mal cuando hacemos algo incorrecto (algo así como un castigo) y entonces así, la próxima vez lo cambiaremos para no volver a  sufrir ese dolor. Sin embargo, al nivel de desarrollo del ser humano esto me suena a desfasado y me parece poco útil.

La culpa responde así  a un esquema muy primitivo de educación muy parecido al que utilizamos con las mascotas cuando les pegamos para que sepan que no pueden hacer sus necesidades en casa. Pero en mi opinión, si la culpa aparece después de hacer algo incorrecto, debe ser porque anteriormente no sabíamos de la  incorrección de la acción (posiblemente porque desconocíamos las consecuencias), con lo cual no sirve para evitar acciones incorrectas ¡cuando sabemos que son incorrectas no las hacemos y punto! Y el sentirnos mal no evita las consecuencias de la acción. Si tiene que ver con hacer daño a alguien, creo que la empatía y la compasión son suficientemente motivadoras para tomar nota de nuestras acciones y, sobre todo, ¡intentar aprender de ellas!

Por tanto, el sentimiento de culpa no es muy útil para uno mismo. ¿Pero, entonces, para quién es útil?, pues para quien quiere moldear nuestro comportamiento. Como decíamos antes, la culpa surge cuando se juzga que se ha hecho algo incorrecto, pero ¿quién es el que juzga lo que es correcto o incorrecto?, pues nuestras figuras de autoridad, los padres, los profesores, las figuras religiosas  o cualesquiera personas que nos digan como "deben" ser nuestras acciones.

Pero volvamos a como nace, en mi opinión el sentimiento de culpa. El sentimiento de culpa nace siempre por la percepción de un juicio, ya sea explicito o implícito; me explico, explícito cuando se nos dice textualmente como "deberíamos" comportarnos e implícito cuando alguien, como en el ejemplo del principio, se enfada con  nosotros (si tiene derecho a enfadarse debe ser porque entiende que nuestra obligación era comportarnos de otra manera, y además, le hemos perjudicado de alguna forma). Entonces, si una figura de referencia (es decir, alguien que de alguna forma es importante para nuestra supervivencia cuando somos niños pequeños) se enfada y se muestra dolido con nosotros ¿qué podemos hacer?. Pues en mi opinión se genera en el niño una  inmediata y fuerte intención de acción con el fin de reparar el mal, pero casi en todos los casos esto no es posible, con lo cual el niño se queda con una energía de acción que no sabe canalizar, aderezada además con la emoción de la violencia (o sea el enfado) de la figura de referencia. Es entonces cuando el niño decide que no puede hacer otra cosa para contentar al adulto que pagar una  "penitencia" (un concepto muy cristiano) y dirigir la violencia hacia sí mismo. 


Y así empieza a quedar registrado este mecanismo de dolor ante lo incorrecto (no lo olvidemos, de acuerdo al juicio de otro), que el adulto no dudará en aprovechar para educar al niño, y como todos los niños se convierten en adultos algún día, y este mecanismo sigue grabado en nuestro disco duro, se seguirá utilizando por adultos contra otros adultos para "educar" como a cada uno de nosotros nos interese". Además, como fue un mecanismo que en su momento "creímos" útil para nuestra supervivencia, lo seguimos repitiendo incluso cuando falta la figura real de autoridad y somos dolorosamente críticos con nosotros mismos.

Y a partir de aquí me es fácil explicar entonces porque el sentimiento de culpa es el gran enemigo del aprendizaje y porque produce numerosos conflictos y personas con poca autoestima. Pero esto, lo dejo para la próxima entrada....

Para seguir profundizando:

De la Autoestima al Egoismo - Jorge Bucay