"Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino. Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido"



Viktor Frankl,

Superviviente de los campos de concentración nazis y creador de la Logoterapia









lunes, 23 de mayo de 2011

¿CUECES O ENRIQUECES?

Seguramente todos recordaremos este afortunadísimo slogan que una conocida casa del sector de alimentación utilizó hace años para promocionar sus pastillas de caldo de pollo. El slogan hacía referencia a la necesidad de aportar algo más a determinados alimentos susceptibles de ser cocidos para hacerlos más sabrosos, en oposición al simple ejercicio de cocerlos, el cual no aportaba ningún sabor al alimento en cuestión. "Con agua cueces, con X (no vamos a hacer aquí publicidad gratuita) enriqueces", se decía durante los anuncios, con la esperanza de que la idea calara y el uso de las pastillas aumentara. No tengo datos en cuestión, pero el mensaje era tan claro y potente, que me apuesto un brazo a que el uso del producto aumentó y se extendió a más platos de los que hasta entonces eran destinatarios del mismo.
Ahora bien ¿creéis vosotros que la frase sólo tiene aplicación al campo de la cocina, o quizá podría ser un mensaje de importancia trascendental que nos recuerda algo a cerca de nuestras vidas......?

Desde luego, a mí el slogan en cuestión me impactó desde el primer día, y creo que debió ser una de las campañas publicitarias más afortunadas que recuerde; pero además, se me vino a la cabeza desde el primer momento  que me planteé escribir un blog sobre desarrollo, comunicación y relaciones personales. Porque ¿qué campo de la vida no es susceptible de que le apliquemos dicha frase? En todos los ámbitos de la vida podemos pasar sin pena ni gloria, cubriendo un mínimo aceptable, o aportar algo más de nosotros mismos para que podamos convertir esa relación o proyecto en algo digno de ser recordado.
En el trabajo podemos simplemente cubrir nuestros horas, hacer un trabajo de resultados mínimos y sin cultivar las relaciones, o podemos poner lo máximo de nosotros, aportando calidad y creatividad, y estableciendo relaciones personales que valgan la pena.

 Con nuestros hijos, por ejemplo, puede que les prestemos simplemente el tiempo y la energía que apenas nos sobra después de nuestros quehaceres diarios, riñéndoles más de la cuenta y exigiéndoles resultados en los estudios cuando no hemos podido (o querido) prestarles ayuda cuando nos la han pedido.  O podemos, sin embargo, dedicarles un tiempo de calidad, estando presentes en cuerpo y alma en los momentos que pasamos juntos , educándolos conscientemente, y ayudándoles y animándoles a tener  éxito en todo aquello que hagan.

En cuanto nuestra relación de pareja, puede que el paso del tiempo la  convierta simplemente en un conjunto de hábitos  y obligaciones, olvidando lo especiales que nos sentíamos el uno con el otro; o puede que,sin embargo, la alimentemos continuamente implicándonos con la otra persona, atendiendo a los  detalles, y mostrando generosidad y agradecimiento.

Y es en este campo precisamente donde me gustaría pararme hoy, ya que es uno de los ámbitos donde más aplicable es la párábola de la rana hervida a la que hacía referencia en la entrada anterior. Ciertamente, todos podemos comprobar a nuestro alrededor como las parejas se enfrían (en el mejor de los casos), se distancian, o simplemente se rompen. Y esto no es lo peor, sino que algunas mantienen el status quo de por vida, aunque apenas se soportan.
Y en todo esto me puse yo a pensar un día que cayó en mis manos una "rueda de la vida",  una herramienta utilizada en coaching que consiste en puntuar los distintos ámbitos que coforman nuestras vidas (trabajo, pareja, relaciones sociales, economía,etc). Y me puse a pensar porque, ciertamente, el área de pareja no era ni mucho menos la mejor puntuada en mi caso. Y no es que ninguno de los dos tuviera ninguna queja al respecto, de hecho supongo que nuestra relación era similar a la de la mayoría, pero me dí cuenta de que era un área cuya importancia podía quedar relegada ante otras donde había objetivos claramente marcados (como la profesional), de forma que atraían la ración de atención que le pertenecía. Y es que además uno tiende a ver la relación de pareja como algo hecho, como algo conseguido, y no nos damos cuenta de que es algo que hay que mantener todos los días.

Así que me puse a pensar cuales podían ser los motivos que convierten una relación, que se supone en principio enriquecedora, en algo monótono, insípido, o incluso, detestable. Ahí van unas cuantas:
  • Cómo apuntaba antes, muchas veces nuestra atención se desplaza hacia otros campos, como el profesional, la maternidad (o paternidad), hobbies o aficiones, etc, que dejan sin su cuota de gloria a la "relación de pareja". Cuando dedicamos mucho tiempo y energía a todos esos campos, el tiempo que dedicamos a nuestra pareja disminuyen en cantidad y calidad.
  • También apuntaba antes como uno de los grandes problemas es que no la contemplamos como algo vivo, sino más bien un objetivo alcanzado anteriormente y que por tanto ya no hay nada más que hacer, ("ya estoy casado, ya no la/lo tengo que cortejar más"). Este es un grave problema, porque como podemos comprobar, es algo  que hay que alimentar para mantenerlo en un nivel enriquecedor.
  • Ocurre también que en el principio del enamoramiento se da un proceso de idealización, donde nos fijamos más en lo positivo de la otra persona,  y lo que no conocemos lo rellenamos con nuestra imaginación para seguir con la imagen idealizada. Sin embargo, con el paso del tiempo, empezamos  a ver los defectos de la otra persona, y quizá empecemos a poner énfasis sólo en aquellos aspectos que no nos gustan de ella, llámandole la atención por ellos y dejando pasar las oportunidades de alabar las virtudes que en otro tiempo eran tan de nuestro agrado.
  • Otro gran problema es que tendemos a ver a nuestras parejas como rehenes, (utilizando términos de categorización de clientes), es decir, sabemos que hay importantes barreras de salida (hijos, contrato matrimonial, el tener que volver a empezar de cero,etc) y nos descuidamos en el cuidado de la relación, "total, porque hoy haya sido grosero con ella no me va a dejar", pensamos. Y esto es algo que se da de manera inconsciente, pero se da, y tratamos a nuestras parejas con mucho menos tacto que a los de fuera. Recuerdo como un compañero me decía sorprendido que era muy consciente de como debía tratar a sus cliente y que sin embargo no tenía esa consciencia para con su pareja. Supongo que es aquello de que "la confianza da asco", y es por ello que "en casa" cuidamos mucho menos las maneras y las formas que "fuera de ella".
  • Otro motivo es el cambio personal, progresivo y continuado, que todos experimentamos a lo largo de los años ("lo único permanente es el cambio", que decían los griegos). Y no es que el cambio tenga nada de malo, ya que es algo inevitable; el problema es que cuando no somos conscientes de estos pequeños cambios  no nos vamos ajustando el uno al otro. Y si nosotros cambiamos, y a la vez queremos mantener la complicidad inicial, debe haber un continuo proceso de ajuste (o retroalimentación ) que reconozca estos cambios y haga las modificaciones oportunas para mantener nuestra meta final, que sería una feliz vida en pareja.
  • El penúltimo motivo sería que por buscar la unión de la pareja olvidáramos la individualidad de cada uno de nosotros. Estamos en pareja para sentirnos acompañados, aportarnos cariño y compartir metas comunes, pero esto no quiere decir que renunciemos a metas o hobbies personales, que prescindamos de las relaciones con otras personas o que no podamos reservar  un tiempo personal para cada uno. Es más la relación se enriquecerá aceptando todo esto en el otro y desarrollándolo y disfrutándolo nosotros mismos. La relación de pareja no es una suma de dos personas que se convierten en una, sino más bien en tres, "yo", "tú" y "yo y tú". Es decir, es un grave error renunciar a nuestra individualidad o querer que la otra persona haga lo mismo.
  •  Y por último, me gustaría recordar la siguiente frase de Jorge Bucay, "no es egoísta quien pretende hacer lo que quiere, es egoísta quien pretende que los demás hagan lo que uno quiere". Y es que he oído muchas veces como alguna persona le dice a su pareja "eres un egoísta", porque quieres ..........  salir con tus amigos; salir a hacer deporte; quedarte en casa y no salir con migo,etc, etc, etc",  lo cual es bastante gracioso, porque esto supone una clara manipulación con fines egoístas (todo esto en un proceso inconsciente, no lo olvidemos). Estos intentos pretendiendo que la otra persona haga lo que queremos son, normalmente, muestras de inseguridad y lo que provocan, más bien, son sentimientos de culpabilidad y resentimiento. Aunque uno gane y se salga con la suya, lo que no sabe es que está pagando un precio oculto en forma de resentimiento que acabará saliendo antes o después. Esto no quita que no podamos "pedir" cosas a nuestra pareja, que querrá o no hacer por nosotros, pero no se las podemos "exigir". Obviamente, si nunca queremos hacer cosas juntos tampoco será buena señal.....
Bueno, espero que haya servido para algo esta disertación sobre algunos de los motivos que perjudican en el tiempo este tipo de relaciones; cada una de ellas tiene su antídoto, pero eso me llevará varias entradas explicarlo. Mientras, espero que os guste el cuento final....


                                            
Un día,   Meher Baba preguntó a sus discípulos:
-¿Por que las personas se gritan cuando están enojadas?
Los hombres se miraron y pensaron durante unos minutos.
-Porque pierden la calma-dijo uno-por eso se gritan.
-Pero, ¿porque gritar cuando la otra persona está a tu lado?, ¿no es posible hablar en voz baja?
Los hombre dieron algunas respuestas, pero ninguna satisfacía al maestro. Finalmente, éste explicó:
-Cuando dos personas están enojadas y discuten, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir ese distancia, deben gritar para poder escucharse. Mientras más enojadas estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse la una a la otra a través de esa gran distancia.
Luego, volvió a preguntar:
- ¿Y qué sucede cuando dos personas se enamoran?, pues que no se gritan, sino que se hablan suavemente ¿por qué?....Sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellas es muy pequeña.
Los discípulos lo escuchaban absortos y el maestro continuó.
-Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? Los enamorados no hablan, sólo susurran y se acercan más en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es, observad lo cerca que están dos personas que se aman. Así, pues, cuando discutáis, no dejéis que vuestros corazones se alejen, no digáis palabras que los distancien más. Llegará un día en que la distancia será tanta que ya no encontraréis el camino de regreso......


Para seguir profundizando:

"El camino del encuentro". Jorge Bucay
"De la autoestima al egoísmo". Jorge Bucay