"Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino. Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido"



Viktor Frankl,

Superviviente de los campos de concentración nazis y creador de la Logoterapia









sábado, 25 de mayo de 2013

El patitio feo

[...] ¿Pero, por qué te has escondido? ¿Por qué no sales de ahí y vienes a nadar y volar con nosotros?- le dijo uno de los cisnes.
- Pues porque quiero estar escondido, donde nadie me vea. Soy muy feo y torpe, y todo el mundo se ríe de mí. Vosotros sois hermosos y ágiles y me daría mucha vergüenza estar al lado vuestra.
- Pero, ¿qué dices?- le interrumpió entonces otro de los cisnes-  si eres un maravilloso ejemplar de cisne, tan hermoso y ágil como cualquiera de nosotros.
- ¿Un cisne, yo?, pero si tan solo soy un horrible pato. ¿Cómo dice eso?- respondió el patito feo mientras, sin darse cuenta, iba saliendo tímidamente de sus escondite.
- Pues porque eres un esbelto cisne, y uno de los más hermosos que haya visto, diría yo.  Si no lo crees, sal aquí afuera y mira tu imagen reflejada en el agua. Verás que apenas hay diferencias entre nosotros.
See full size imageEntonces nuestro amigo salió de entre las plantas y miró detenidamente su imagen en el agua. ¡Cuanto había cambiado! Y era cierto que no se parecía en nada a los patos que el conocía, y por el contrario, en nada desmerecía a los hermosos animales que tenía frente a él.

-Entonces..., todos estaban equivocados. Me comparaban con mis hermanos diciendo que era demasiado grande y torpe, que mis plumas no tenía color y que mi cuello era espantosamente alargado. Y...¡cuanto he sufrido yo con esas comparaciones!

-Pues deja ya de sufrir, pues  nada tienes  de que avergonzarte- le volvieron a interrumpir los cisnes- olvídate de todo lo que te hayan dicho y vente con nosotros, ya que quienes se reían de ti no hacían sino presumir de su ignorancia, y la fealdad de sus corazones les impedía ver la belleza que había en ti. 


Seguramente todos vosotros habéis reconocido el final del maravilloso cuento “El patito feo” que me he permitido versionar libremente para la ocasión. Como en todos los cuentos, la finalidad última de éstos no es entretener a los niños, sino transmitir, de forma indirecta, mensajes importantes para el aprendizaje de los mismos. Así, por ejemplo, tenemos el de "Caperucita Roja", que  les transmite la necesidad de ser precavidos ante los extraños, o el de "Los tres cerditos", que les transmite el valor del esfuerzo.

Pues bien, en esta versión me he permitido reforzar el mensaje final (para que fuera más evidente) que subyace en este cuento, el hecho de que cada uno de nosotros tiene un potencial maravilloso que no se debe limitar por la incapacidad de los demás para verlo. Y es que este es un mensaje fundamental que ya me gustaría que interiorizara bien adentro mi propia hija. Sin embargo, observando como se deleitaba viendo en la televisión una estupenda versión de dicho cuento, comprendí que difícilmente podía una niña tan pequeña alcanzar a entender dicho mensaje, y surgió en mi la descabellada idea de que quizás, por esta vez, no fueran los niños los destinatarios de ese mensaje, sino que sabiendo que, inexcusablemente, el cuento iba a ser contado a los niños por sus amantes progenitores, el autor había tenido la retorcida idea de hacerles llegar el mensaje a.... ¡estos últimos!

Porque, en efecto, no creo que el niño pueda protegerse a su tierna edad de los múltiples juicios que desde sus figuras de referencia llegan sin cesar, y no creo tampoco, que los padres, por norma general, se den cuenta de como dichos juicios van limitando, poco a poco, el potencial y la libertad de sus hijos.

Y habiendo hecho esta introducción, ya puedo exponer sin tapujos la verdadera finalidad de este post; hablar ni más ni menos que de la famosa “autoestima” y de como ésta se construye, o mejor dicho, se destruye. Sí, habéis oído bien, queridos amigos, porque según mi forma de verlo, lo que hacemos es destruir, con nuestros juicios, la autoestima de nuestros hijos. Hace algún tiempo me enseñaron  que las personas éramos como una bombilla que lleva ya mucho tiempo funcionando y cuya superficie se ha ido cubriendo, poco a poco, de polvo e impurezas que limitan su capacidad potencial de iluminar; y me pareció ésta una forma de exponerlo de lo más acertado, ya que si observamos bien, los niños, libres de la noción de juicio, de los términos bueno o malo y libres todavía de los miedos aprendidos .... ¡son un maravilloso ejemplo de una fabulosa autoestima¡

Y para prueba, un botón. ¿Alguien se ha fijado quizá en como un niño aprende a andar? Si eso no es ejemplo de notable autoestima, desde luego que nada lo es. Me explico; un niño se fija en un modelo (los mayores), que saben hacer una cosa muy bien (andar), algo que desde luego, parece muy alejado de sus capacidades actuales, si bien parece muy divertido y útil.

 ¿Piensa quizá el niño que tal tarea no es posible para el? Pues no señores, ya que el niño, ni corto ni perezoso y sin dudarlo un momento, se lanza sin juicios a la noble tarea del aprendizaje del caminar bípedo. Pacientemente, va intentando ponerse de pie, buscando apoyos, y va, poco a poco, fortaleciendo los músculos implicados en tal disciplina. Le cuesta, pero no deja de intentarlo y se deleita comprobando que cada día avanza un poco, fijando su atención en el progreso y no en el camino que queda todavía por recorrer.  Y cuando más o menos es capaz de tenerse de pie agarrado a algo, ¿que hace el muy atrevido? Pues va y se suelta, sin pensar en las consecuencias de de dicha acción, como es el caerse y hacerse daño. Y vaya si se cae, primero a plomo, y luego con cierto control, pero no por ello el niño se asusta y deja de intentarlo. No, el caerse es un paso necesario en el aprendizaje de la habilidad, debe pensar seguramente, y siguiendo con el método de ensayo y error, sigue aprendiendo y avanzando. Pero no es tonto, no señores, y como no le gusta hacerse daño, va limitando el daño aprendiendo a caer con cierto control.Y esto ya le permite pasar, con mayor seguridad a las siguientes fases, caminando cada vez con mayor equilibrio, hasta que es capaz, incluso, de correr.

 Porque el niño, como habréis notado en esta descripción, ha determinado que en el aprendizaje de una tarea tan difícil no hay que ponerse grandes metas a largo plazo. No, es mucho mejor ir fijando pasos intermedios y centrar la atención en ellos reforzando la sensación de avance.

¿Y en todo este proceso el niño piensa “quizá no seré capaz”, o "puede que nunca lo consiga”, o “esto sólo es para los mayores”? Pues no, porque mucho me temo que todos esos límites son aprendidos a posteriori, cuando se inician en el lenguaje y aprenden estrategias defensivas que alguna recompensa les traen a corto plazo.

Pero llegados aquí, quizá sea interesante citar una sencilla definición de la autoestima, por ahora, con el prudente término de provisional. En alguna parte he visto la autoestima definida como la “valoración, positiva o negativa, que uno mismo hace acerca de sus propias capacidades”, pero quizá sea más ajustado decir que la autoestima de alguien es “la valoración, positiva o negativa, que otra persona  ha hecho de sus propias capacidades y.. !que éste se ha creido! Y un magnífico ejemplo de como se produce esto es el cuento del patito feo. Efectivamente,un “potencialmente” bello y esbelto cisne, es ridiculizado sin compasión por aves que lo juzgan desde la ignorancia de sus propias limitaciones, y se utilizan a ellos mismos como vara de medir, provocando que el pobre animalito reciba una imagen de si mismo devaluada y distorsionada. Y suerte tiene nuestro amiguito  de poder reconocer en el agua y ante los cisnes, su bella imagen y darse cuenta de que los juicios de los animales de la granja sólo hablaban de su propia fealdad, aunque en este caso, más bien de la de su alma.

Pero como esta entrada se va haciendo demasiado larga, me reservo la explicación de como todo esto se produce hasta el siguiente post.

Un abrazo

Para seguir profundizando:

Los seis pilares de la autoestima.  Nathaniel Branden. Editorial Paidós Ibérica.