"Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino. Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido"



Viktor Frankl,

Superviviente de los campos de concentración nazis y creador de la Logoterapia









sábado, 21 de enero de 2017

Proyecciones


Todavía recuerdo con satisfacción y orgullo mi único sobresaliente en clase de dibujo. Fue en el segundo trimestre del primer curso de instituto que dicha asignatura abandonó cualquier pretensión artística (materia en la que sufría enormemente) para centrarse en una serie de ejercicios más propios de la reflexión y el pensamiento lógico, que recuerdo con el nombre de "proyecciones".

En estos ejercicios, el profesor nos presentaba un figura geométrica de forma irregular suspendida en el espacio entre un eje tridimensional, y a nosotros nos correspondía proyectar sobre cada uno de los planos resultantes la figura bidimensional que aparecería si la observáramos desde cada una de las perspectivas (desde el frente, desde un lateral y desde arriba). Al ser una figura irregular, cada una de las tres proyecciones tomaba una forma distinta ... aunque en realidad procedieran de mirar una misma figura, sólo que desde perspectivas diferente.

Cuando dominamos ya este ejercicio, el profesor aún avanzó más proponiéndonos lo contrario; presentar las tres figuras proyectadas sobre los planos y pedirnos que construyéramos la figura tridimensional suspendida entre los mismos, lo que todavía resultaba más complicado ...

Muchos años después recuerdo estos ejercicios y empiezo a dudar de mi propia memoria, pues más bien me parecen ahora reflexiones propias de una clase de filosofía o psicología constructivista. Efectivamente, el constructivismo, que trata de explicar como construimos el conocimiento, predica que existe una realidad de primer orden que es inabarcable para nosotros por las limitaciones de tiempo y espacio a las que estamos sometidos; y también una realidad de segundo orden que es la que creamos cada uno de nosotros desde nuestra propia observación e interpretación subjetivas.

El ejercicio, desde luego, parece recordarnos el conocido refrán que reza "nada es verdad ni es mentira; todo depende del color del cristal con el que se mira", sustituyendo en este caso el color del cristal por la posición desde la que proyectamos la luz sobre el objeto tridimensional. Así es fácil sacar la conclusión de que es normal e inevitable que cada uno de nosotros se vaya formando opiniones distintas sobre cualquier asunto y que pretender tener razón o estar de acuerdo al cien por cien es algo que está condenado al fracaso. Así que más bien deberíamos abandonar nuestros habituales esfuerzos por convencer a los demás en nuestras discusiones por una nueva actitud de flexibilidad, humildad  y curiosidad, con la que poder saber más de los demás y de nosotros mismos, ya que como dice el propio aforismo constructivista, "no vemos las cosas tal y como son, sino tal como somos nosotros".

Pero la conclusión más importante la saco cuando recuerdo la segunda parte del ejercicio a la que nos sometía el profesor cuando ya nos veía preparados. En esta parte, el profesor nos presentaba las proyecciones de los tres planos para pedirnos que construyéramos nosotros la figura tridimensional. Es recordando esto que me convenzo de que la única forma de "acercarnos" a la realidad y obtener mapas más útiles es precisamente ...

...enriquecernos conociendo con más detalles el mayor número posible de perspectivas.

Cheng-Hu se encontraba perdido en un laberinto. De la cámara principal salían cincuenta caminos distintos. Le había llevado una semana explorar nueve de ellos.
-A menos que tenga surte- se dijo Cheng-Hu-, moriré antes de lograr encontrar el camino correcto. Acababa de pensar esto cuando oyó unos pasos que se acercaban y se encontró con Shintzu. No se conocían, pero Cheng creyó que Shintzu era la respuesta a sus ruegos desesperados.
-¡Qué suerte que te encuentro! -dijo Cheng llorando de alegría. Shintzu lo miró con cara de gran sorpresa.
-Estoy perdido entre tanto camino- le explico Cheng-. Tú podrás decirme cuál conduce a la salida.
-Pues me temo que no, pues yo también me encuentro perdido- contestó Shintzu.
-¡Oh, que mala suerte entonces!-se quejó el primero- Encuentro a alguien y no me sirve de nada.
-¿Por qué dices que no te sirvo de nada?-preguntó Shintzu intrigado-
-Has dicho que tú también estás perdido, ¿ no es así?-dijo Cheng como si fuera obvio su razonamiento.
- En efecto, así es. Pero me imagino que habrás recorrido algunos camino sin poder salir. Yo he recorrido por mi parte al menos doce caminos que no conducen a ninguna parte. Así que juntos, los dos sabemos mucho más de este laberinto que antes de encontrarnos, y eso, indudablemente ...

... ¡nos acerca mucho más a la salida! 

Un fuerte abrazo