Habiendo tomado un nuevo y joven sirviente, se encontraba Miguel Ángel delante de un gran bloque de piedra, todavía en su estado original. Cuando el maestro se disponía a empezar a cincelar el gran bloque de piedra notó como el joven le miraba absorto y extrañado. Miguel Ángel le miró y le hizo un gesto para que se sintiera libre de preguntar:
- ¿Qué es lo que estáis haciendo con ese gran bloque de piedra, maestro?- le preguntó el sirviente, no sin cierto temor de mostrar su ignorancia.
-Ah! Muy sencillo, mi joven amigo- respondió Miguel Ángel sonriendo- Es que ahí dentro hay un ángel que quiere salir. Yo .... tan sólo le voy a ayudar.
"Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser."
Johann Wolfgang Goethe. Poeta y dramaturgo alemán.
Hace pocos días le contaba esta sencilla pero profunda historia a un compañero, al final de la cual empezó a asentir con su cabeza mientras me miraba como si le hubiera acabado de hacer un regalo, aunque finalmente alcanzó a decir:
- Entiendo la moraleja. Todos nosotros llevamos un potencial y una belleza en nuestro interior que quizá no conocemos, pero sin duda está ahí.
A lo que yo le respondí:
-Sí, ese es un aprendizaje esencial que se desprende de la historia, pero yendo más allá, yo te pregunto ¿podría el gran maestro esculpir el bello ángel si no fuera ya capaz de verlo, incluso cuando aparentemente sólo había un gran bloque de piedra delante de él ...? Porque el artista no contempla el bloque desde la perspectiva del tiempo presente, sino que es capaz de ver en dicho bloque una secuencia, un proceso hacia el futuro que le llevará a convertirlo en una bella escultura. Y tan sólo cuando es capaz de ver el futuro claramente puede darse cuenta de lo esencial que se guarda en su interior y notar que todo lo demás aparece como superfluo y sin importancia. Así, percibiendo nítidamente al ángel que el bloque lleva dentro, a nuestro maestro le resultará fácil desestimar el resto de la piedra hasta que aquél aparezca en todo su esplendor.
Dicho esto, no pude evitar pensar en un improvisado final para nuestra historia y me imaginé a Miguel Ángel siguiendo con el diálogo:
- Que sepas, mi joven sirviente, que tú mismo llevas un gran escultor dentro, y que igual que veo el ángel que se esconde en la piedra, puedo ver perfectamente tu esencia. En efecto, veo como miras con asombro la belleza que hay a tu alrededor, como cuidas y ordenas las cosas con esmero, como haces las tareas con cuidado, paciencia y admiración, y como aquellas estancias por las que tú pasas destilan una sensación de paz y equilibrio. No me cabe ninguna duda de que podrías ser, al menos, un escultor notable si pones el mismo cuidado y mimo en la talla de la piedra y se te dan las enseñanzas adecuadas.
- Maestro, pero si sólo soy un pobre sirviente sin educación - respondería abrumado el joven muchacho.
-Lo sé, pero yo no me fijo en lo tú crees que eres; yo veo lo que tú puedes ser. Claro que no todo en ti son virtudes, pero yo veo las zonas donde hay luz, no oscuridad, y por ello puedo notar aquellos detalles que hablan de tu potencial escondido. Deja que yo cultive tus cualidades, con paciencia y esmero; deja que lo que hoy apenas es una mínima llama, yo la alimente con mis enseñanzas y mi reconocimiento, de forma que tu destreza y tu confianza crezcan a la par, y deja que mi aprecio y mi fe en ti permitan que tu arte se vaya abriendo como se abre el capullo de la flor con el calor de la primavera.
Y dicho esto, Miguel Ángel tomó al sirviente como aprendiz, que desde aquel mismo momento se sintió un artista "en potencia".
Si alguien me pidiera ahora que resumiera las enseñanzas de esta historia, serían muy sencillas:
- Ver en alguien lo que puede ser, su potencial, no lo que hoy es en la actualidad. Para ello nos fijamos en sus virtudes y cualidades positivas y lo que pueden llegar a ser si se las "alimenta". Una vez cobrada esta visión será fácil ver lo demás como algo superfluo, que no es permanente ni la esencia de la persona.
- Hacerle ver a esta persona esas cualidades, de las que quizá ni siquiera es consciente, y aquello en los que dichas cualidades pueden convertirle. Es un proceso en el que se le muestra a la otra persona nuestra confianza y fe en que lo conseguirá.
-Alimentar cada progreso con caluroso reconocimiento y corregir con paciencia y cariño. Cuando se hace con abundancia lo primero, lo segundo será mucho más fácil y potenciador.
-Y por último, tener cuidado de no convertirse uno mismo en la vara de medir. La otra persona debe de ser libre de explotar sus propias cualidades y no ser como nosotros. Puede ser único y maravilloso a la vez que distinto. Si no entendiésemos esto, podría pasarle lo que al pájaro de la siguiente historia ...
Un hombre se encontró un gavilán herido que se había agazapado contra una puerta a fin de sentirse más seguro. Era apenas una cría y además el hombre no había visto nunca uno. Lo cogió y lo examinó.
Oh, pobrecito, exclamó. Pero que clase de pájaro eres? no estás bien hecho del todo.
Cogió unas tijeras y le cortó la curva que le afeaba el pico superior para que hiciera juego y encajara perfectamente con el inferior. Después le recortó y le arregló las alas, originalmente curvadas hacia atrás, y se las dejó completamente rectas. Finalmente cogió un cortaúñas y le cortó las uñas de las garras hasta que quedaron perfectamente alineadas con los dedos.
"Helo aquí", dijo admirando su obra. "Ahora sí tienes el aspecto que un pájaro debe tener"
Para sumergiros un poco más en estas ideas, os recomiendo que veáis los siguientes vídeos:
Un fuerte abrazo