Habla una historia sufí de tres ancianos ciegos, que en su afán de conocer el mundo salieron de su pueblo para recorrer la India entera y conocer todas las maravillas que tan increíble país escondía.
Muchas cosas descubrieron con las que no habían tenido contacto antes, y a través de sus manos y sus oídos las conocieron y grabaron en su memoria. Pero fue un día que en su deambular escucharon un estruendoso sonido que jamás habían oído antes, lo que de inmediato los asustó y paralizó. De repente, oyeron como una voz les preguntaba:
- ¿Qué os pasa, ancianos, nunca habíais escuchado antes el barruntar de un elefante? – les inquirió el conductor del animal.
-¿Un elefante? ¿Y eso qué es?, respondió el más anciano de los tres.
-Un elefante es un fabuloso animal que nos ayuda en muchos quehaceres diarios. Pero acercaros, y así podréis tocarlo y saber cómo es.
Así que los ciegos se acercaron uno a uno para tocar al animal y así poder conocerlo. Pero he aquí que el conductor pensó en divertirse un rato a costa de los tres ciegos y fue dirigiendo las manos de cada uno de ellos a distintas partes del paquidermo. El primero de ellos, tocando una de las robustas patas, dijo:
-Los elefantes son como el tronco de un árbol, ancho y firme. Nada podría moverlo.
-Los elefante son flexibles y alargados, como una serpiente- dijo el segundo, al que el guía hizo tocar la trompa.
Finalmente, el tercero tocaba una oreja mientras les recriminaba a los otros:
-Os equivocáis. Los elefantes son cosas grandes y ásperas, anchas y extensas como una alfombra.
Los ciegos estaban desconcertados. No lograban ponerse de acuerdo sobre cómo eran los elefantes, y tanto discutieron que decidieron no seguir su camino juntos, marchando desde entonces por separado. Mientras, el guía no podía contener su risa, viendo el tremendo lío que había originado a los tres ciegos al haber dirigido su atención a partes distintas de su animal……
Hace unos tres años ya que acudí por primera vez a un curso relacionado con la PNL, y recuerdo cuanto me costó explicarle a mi mujer que era tal cosa, ya que ni yo mismo sabía muy bien en qué consistía tal disciplina. Al año siguiente, al repetir la experiencia, mi mujer tenía ya alguna idea de que se trataba, pero se encontraba en el mismo aprieto que yo cuando le decía a alguien que se quedaba sola durante quince días porque su marido se iba a un curso. ¿Y de qué es el curso?, le preguntaban, a lo que mi mujer, después de sopesar la conveniencia de varias respuestas y quedarse bloqueada durante unos segundos, acababa respondiendo “pues de ventas, creo”.
Y es que no es nada fácil encontrar una definición rápida y que abarque todo lo que es la PNL, y que sea entendible para los profanos.
Así que no lo voy a intentar, pero sí creo que esta historia de los tres ciegos me puede ayudar a mostrar una de las principales utilidades de la PNL, y es que nos ayuda a entender como cada uno de nosotros se forma una representación única del mundo y de “su realidad” y por tanto, se comporta de una “forma única” también.
En efecto, en la historia podemos comprobar cómo cada uno de los ciegos dirige su atención a una parte distinta del animal, y al no poder verlo en su totalidad, su representación del animal es totalmente diferente. Al quedarse sólo con una parte del animal, lo que están haciendo los ciegos es OMITIR información relevante respecto de cómo es un elefante; además GENERALIZAN la información a través de una única experiencia (dicen “los elefantes” y no “este elefante”, presuponiendo que todos son iguales) y por tanto, su idea de lo que es dicho animal queda totalmente DISTORISIONADA.
Así, la “realidad” percibida por cada uno de los ciegos es totalmente distinta, pero ellos la defenderán hasta la muerte ya que está basada en “su experiencia” y en la información que recabaron a través de sus sentidos (limitados en este caso). Pero esto no es lo más grave. Lo más grave es que dada su experiencia limitada de la “realidad” no podrán reconocerla posteriormente. Y es que aunque la historia original haya terminado de la forma anteriormente expuesta, bien podría continuar así:
Y uno de los ciegos, el que había tocado la oreja del animal, fue el primero en volver a su pueblo y poder contar a sus vecinos las maravillas que había visto en su deambular. Y contaba que lo más magnífico que había conocido era un animal grande y áspero, ancho y extenso como una alfombra, que emitía además un estruendoso sonido que se podía escuchar a muchos kilómetros a la redonda. Y cuando era preguntado sobre las veces que había coincidido con dicho animal la respuesta era la siguiente:
- Pues tengo que admitir que tan sólo otra vez más, a pesar de que escuché su bramido muchas otras veces. Unas veces, al tratar de acercarme a él me daba de bruces con algún árbol o columna poderosa; otras veces, sin embargo, no encontraba más que algún tubo flexible y hueco similar a una serpiente, pero nunca al elefante. Una vez, sin embargo, sí pude volver a palpar al animal, aunque en este caso, fue por casualidad, ya que no había escuchado su sonido característico y me pareció su tacto ligeramente distinto. (quizá habéis adivinado ya que lo que el ciego había tocado no era sino ……¡una alfombra!)
Así que el ciego, en su limitada experiencia del mundo, ignoraba que lo que estaba tocando tantas veces eran partes del animal que buscaba, y que además, la única vez que creyó estar en contacto con él, en realidad estaba tocando algo distinto.
Y vosotros diréis, “ya, pero es que estos hombres estaban ciegos”. Pero es que, queridos amigos, ¡todo nosotros estamos parcialmente ciegos! Así es, nuestra capacidad de atención consciente es muy limitada y sólo captamos aquella información que inconscientemente consideramos más relevante, omitiendo todo lo demás. Un ejemplo; quien tenga hijos recordará que a partir de estar esperando un niño, de repente y por arte de magia, empezó a ver mujeres embarazadas y carritos por todas partes. ¿Dónde estaban antes? nos hemos preguntado todos sin excepción.
Así que como decía antes, todos estamos un poco ciegos, y en nuestra ceguera vamos explicando el mundo sólo con lo que nos ha parecido alguna vez relevante. Y de esta forma nos vamos haciendo más rígidos en nuestra forma de ver el mundo, ya que nuestros primeros “mapas mentales” condicionan la interpretación de nuestras experiencias posteriores, de forma que nos dedicamos a ignorar la realidad que no concuerda con ellos o a distorsionarla para que se adapte a los mismos.
Esto lo vamos haciendo desde nuestra más tierna infancia, y además, dirigidos por nuestras figuras adultas de referencia (recordad como el guía influye en la percepción de los ciegos al dirigir su atención), que nos guían en nuestro conocer el mundo, intentando aportarnos reglas (generalizaciones y creencias) para que nos sea más fácil sobrevivir en él. Pero en muchas ocasiones, lo que consiguen es transmitirnos una información sesgada y limitada de la realidad, incluso sobre nuestra propia identidad, sobre lo que valemos, si somos o no dignos de cariño, si tenemos derecho a conseguir lo que queremos o si en cambio debemos resignarnos con lo que tenemos, todo lo cual puede dificultar nuestra vida sobremanera. Y esto va a influir de forma determinante en nuestra vida, ya que no seremos capaces de sacar nuestras propias conclusiones, si no que veremos el mundo de forma que se adapte a nuestra visión previa, convirtiéndonos, por tanto, en esclavos de la misma.
Dicho todo esto no es extraño que se originen entre personas, grupos o naciones, conflictos de todo tipo, muchas veces inexplicables e interminables, y por supuesto, muy dolorosos. Y es que, como hemos podido comprobar, la realidad es poliédrica, tiene varias caras, y sólo se perciben algunas de ellas desde cada punto de vista que utilizamos. Así que cuando alguien ve las cosas de forma distinta, en vez de empeñarnos en convencerle de que está equivocado, o enfadarnos con él, deberíamos más bien sentirnos afortunados, porque nos están dando una información valiosa que sin duda, puede enriquecer nuestra visión y ayudarnos a conocer la verdad de una forma un poco más completa (sólo un poco). De esta forma, con la humildad del que se sabe ciego y por tanto, no lo puede conocer todo, será más fácil comprender a los demás y acercarse al mundo de una forma más adecuada, dando lugar a una realidad holográfica, a una imagen formada por la conjunción de varios puntos de vista. En realidad, todo sería más fácil si nos preguntáramos:
-¿Desde qué punto de vista lo está mirando? ¿qué cara de la realidad está viendo que yo, por estar en el otro lado, no soy capaz de ver?
Y por supuesto, también deberíamos preguntarnos (aunque siempre después)
-¿cómo puedo hacerle ver mi punto de vista? ¿cómo puedo completar su visión con la cara que yo estoy viendo?
Si nos habituamos a hacernos estas preguntas cuando alguien no esté de acuerdo con nosotros, estaremos desarrollando sin duda la famosa “empatía” y nuestro paso por este mundo será más fácil y a la vez enriquecedor.
Y para que no se os olvide lo aquí comentado, os contaré un chiste que habla de esto mismo:
Había una pareja de recién casados que tras sus primeros meses de vida en pareja empezaron a discutir a menudo. Como la vida juntos empezaba a ser insoportable, se decidieron a seguir el consejo de un buen amigo que les recomendó a acudir a junto de un sabio rabino que tenía fama de haber ayudado a muchas personas.
Así que fueron a verlo y a la pregunta del rabino de cuál era el problema, el marido empezó a criticar el comportamiento de su mujer. Comentó que su mujer no lo entendía, que se comportaba de forma poco razonable y que no le quería hacer caso cuando el opinaba sobre la mejor forma de resolver todo.
Después de escuchar al joven y de preguntarle por casos concretos le dijo:
¿Sabes, hijo mío? Creo que tienes toda la razón del mundo.
Ante esas palabras, la mujer se enojó muchísimo. Empezó a quejarse amargamente del comportamiento de su marido, de su irracionalidad, de lo testarudo que era, de que era un irresponsable y que era ella quien siempre, con su sano juico, lo arreglaba todo.
El rabino la escuchó con paciencia, y después de indagar en los ejemplos que ella le quiso contar le dijo:
-Querida hija, desde luego tienes toda la razón en tus demandas.
Ahora fueron los dos los que se enojaron y se quedaron perplejos. No podía ser, aquel hombre les daba la razón como tontos, primero a uno y luego a la otra. Así que el muchacho tomo la palabra y le espetó:
-Oiga usted. Nosotros venimos aquí para que nos aclarara sobre quién de los dos tiene la razón, pero usted, cuando yo he hablado, me dice que estoy acertado, y cuando habla mi mujer, conviene con ella en todo lo que dice. Esto no puede ser, los dos no podemos tener la razón, alguno deber ser el acertado.
A lo que el rabino, muy serenamente, y después de pensarlo muy detenidamente, le contestó.
-Pues ¿sabe que le digo, joven? que, sin duda, ………¡TIENE USTED RAZÓN!
Bueno, espero impacientemente vuestros comentarios, que necesariamente tendrán que llevarme la contraria si lo que queréis es enriquecer nuestra visión conjunta sobre el tema. En todo caso, pongáis lo que pongáis, os adelanto que TENDRÉIS RAZÓN.
Un fuerte abrazo.
Para seguir profundizando: